Cualquier amante del deporte no quiere oír ni de lejos la palabra lesión. Para los que nos gusta movernos, una lesión significa no poder disfrutar haciendo lo que más nos gusta y cuando eso pasa, ¡nos subimos por las paredes!. De repente, ese momento para nosotros, para sufrir, disfrutar, sentir, desaparece y nos sentimos abatidos. En ese momento, hay que cambiar el chip, no podremos correr, pero el mundo no se acaba ahí, tenemos muchas más alternativas que puede que nos gusten más o menos pero nos van a ayudar tanto física como mentalmente. 

Es importante buscar un trabajo alternativo, ya sea en piscina o realizando ejercicios sin impacto en elíptica o bicicleta.

El trabajo de fuerza es imprescindible, podemos aprovechar la lesión para fortalecer aquellas partes más débiles. 

Cuando estoy lesionada, intento aprovechar también para dedicar tiempo a aquello que cuando entreno se lo quito. 

Por último, una lesión nos ayuda a valorar más aún lo que disfrutamos corriendo, así que, intentaré recordar todas las ganas que tengo ahora mismo de correr para los días de lluvia, frío o viento en los que para salir a correr hay que hacer un esfuerzo extra.