El adjetivo atómico tiene dos acepciones aparentemente contradictorias pero complementarias: Por un lado, puede ser sinónimo de algo pequeño, diminuto. Por otro lado, se utiliza para tildar a algo de poderoso y de impacto relevante.

Aprovechando este doble significado, James Clear tituló una de sus obras de desarrollo personal "Hábitos atómicos": tan pequeños como una partícula, pero tan poderosos como un tsunami. Decisiones y cambios aparentemente minúsculos pero que tienen gran impacto en el largo plazo. Muy en línea con la filosofía japonesa kaizen en la que se inspiran muchas empresas, ASICS entre otras.

Con esta carta de presentación y con esas ganas de mejorar que nos caracteriza a los deportistas me lancé a leer este libro. Aquí presento algunas ideas sobre un tema principal que se trata en sus páginas, las cuatro leyes para la creación de buenos hábitos:

  1. Hazlo obvio
  2. Hazlo atractivo
  3. Hazlo fácil
  4. Hazlo satisfactorio

Hazlo obvio

Introduce el hábito en tu día a día, como una rutina más. Puedes hacerlo con una planificación previa vinculándolo a un lugar o a una hora. Incluso es buena idea marcártelo con una alarma: “Haré (hábito) a las (tiempo) en (lugar).” Defínelo con detalle para interiorizarlo. De cara a establecer el hábito siempre será mejor tener en mente la frase “Todos los miércoles al despertarme haré ejercicios de fuerza” que la frase “En algún momento libre entre semana haré ejercicios de fuerza”.

También puedes usar un hábito que ya tengas interiorizado como un desencadenante del nuevo hábito: “Después de (hábito actual) haré (nuevo hábito)” Ejemplo: “Nada más llegar a casa de trabajar, me cambiaré e iré a correr.” De esta manera puedes evitar el entretenerte con otras actividades.

Hazlo atractivo

Muchas veces no es tanto el cumplir un objetivo lo que nos motiva, si no la anticipación de una recompensa. Asocia el nuevo hábito con una idea o un comportamiento que te sea atractivo. Una opción es juntar la nueva acción que quieres incorporar a una que te gusta hacer. Por ejemplo: “Me cuesta hacer series, pero quedaré en grupo para que se me hagan más amenas“. O bien, “las sentadillas y las abdominales me dan pereza, pero las haré mientras me veo una serie en casa.

Otra estrategia es reformular el nuevo hábito con palabras o experiencias positivas. Cambiar un “Me toca madrugar los domingos para hacer la tirada larga” por un “Tengo la oportunidad de hacer la tirada larga madrugando los domingos”. Cuanto más atractivo te lo autovendas, más posibilidades de que se convierta en rutina.

Hazlo sencillo

La clave para que un comportamiento se convierta en rutina es la repetición, no la duración del comportamiento en sí, especialmente al principio. Y como lo importante es la frecuencia, empieza dando pasos sencillos. ¿Quieres leer todos los días? Empieza con unas pocas páginas cada noche. ¿Quieres empezar a correr 3 veces por semana? Empieza los primeros días con 5-10 minutos. Rompe la barrera de entrada vistiendo la acción de sencillez. Y los días que no tengas ganas o suficiente tiempo, hazlo, aunque sea a medias, hazlo. Mejor hecho que perfecto. Suma todos los días.

Hazlo satisfactorio

En términos generales, lo que gusta se repite y lo que castiga se evita. Desafortunadamente muchos de los hábitos que intentamos arraigar dan sus frutos a largo plazo, no son inmediatamente satisfactorios. Y nuestra mente, cabezota ella, suele valorar más el presente que el futuro. Por eso es mejor agregar un placer inmediato al hábito que te dará recompensas a más largo plazo. Por ejemplo: “Tras entrenar, me tumbaré en el sofá a ver una película”.

Si os ha gustado este pequeño resumen y queréis conocer más contenido del libro, os dejo aquí el link. 

escrito por
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Juan Martín

Ingeniero de Telecomunicaciones de Madrid

Grupo de edad: +35
Club: Coentrena
Entrenador: Oscar de las Mozas

Mis disciplinas
Maratón 10 km Media maratón

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